Durante más de cuatro décadas, el castillo fue gestionado por la Comunidad de Madrid como espacio museístico. Pero en 2025, el edificio —y todo lo que simboliza— volvió a a manos de sus herederos, que han iniciado una nueva etapa, centrada en la conservación emocional, el relato en primera persona y la recuperación del alma nobiliaria.

La familia Ducal del Infantado, descendientes directos de don Diego Hurtado de Mendoza, ha iniciado un ambicioso proyecto de restauración y reapertura donde la experiencia cultural no se basa solo en ver, sino en comprender, sentir y conectar.